Saber qué valora cada financiador, público, privado o bancario, es clave para preparar una solicitud sólida y aumentar tus opciones de conseguir financiación.

Recibir una ayuda o inversión impulsa tu proyecto, pero también conlleva obligaciones fiscales. En Kleo te contamos qué hacer y cuándo para gestionarlo correctamente.
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Recibir una ayuda o una inversión siempre es una buena noticia: significa que tu proyecto genera confianza, tiene potencial y cuenta con el respaldo necesario para crecer. Pero junto al impulso financiero llega una parte clave que no debes pasar por alto: la fiscalidad. Saber qué declarar, cómo hacerlo y en qué momento puede ahorrarte muchos quebraderos de cabeza. En esta guía te explicamos cómo gestionar correctamente las implicaciones fiscales cuando recibes una subvención o una inversión.
Lo primero es entender que no todo el dinero que entra en tu empresa se trata de la misma manera. Las ayudas públicas o subvenciones (como ENISA, CDTI o programas autonómicos) normalmente tienen efecto en el resultado del ejercicio y se consideran ingresos que tributan en el Impuesto sobre Sociedades. Las inversiones de capital (como rondas con business angels o fondos) no tributan, pues no se consideran ingreso fiscal sino financiación, y se registran como aportaciones al patrimonio neto. Este matiz es fundamental: mientras las ayudas afectan a tu resultado contable y fiscal, las inversiones modifican tu estructura de capital.
Cuando recibes una subvención, debes reflejarla como ingreso extraordinario. La clave está en cuándo hacerlo. Si la ayuda financia gastos corrientes, como nóminas o campañas de marketing, se declara en el mismo ejercicio en el que se generan esos gastos. Si la subvención cubre una inversión, como el desarrollo tecnológico o la compra de maquinaria, se imputa de forma proporcional durante la vida útil del activo. Además, es esencial conservar toda la documentación: resolución de concesión, justificantes y evidencias de gasto. Hacienda puede requerirla para comprobar que la ayuda se ha imputado correctamente.
Los préstamos públicos, como los de ENISA o IVF, no se declaran como ingresos, ya que son deuda y no subvención. Sin embargo, hay dos aspectos importantes: los intereses que pagues por el préstamo sí son gastos deducibles, y si el préstamo incluye un tramo no reembolsable (una parte que no tienes que devolver), ese importe se considera subvención y debe declararse como tal. Por tanto, conviene revisar bien la resolución de concesión para identificar si existe algún componente de ayuda indirecta.
En el caso de una inversión privada, el tratamiento es distinto. El dinero que entra en la empresa se registra en el patrimonio neto, y no afecta a los resultados del ejercicio. Si se destina al capital social, se refleja en el Registro Mercantil como una ampliación formal. Si se aporta como prima de emisión, se añade a los fondos propios sin modificar el capital nominal. En ambos casos, la operación no tiene impacto fiscal directo, pero sí implica obligaciones mercantiles: actualización de estatutos, inscripción registral y comunicación a los socios. Además, los inversores deberán declarar su participación en su propio IRPF o Impuesto sobre Sociedades.
El Impuesto sobre Sociedades (modelo 200) es el documento clave donde deben reflejarse las subvenciones e ingresos extraordinarios. Se presenta, por norma general, entre el 1 y el 25 de julio del año siguiente al cierre del ejercicio. Ten en cuenta también que las ayudas no están sujetas a IVA (modelo 303), salvo que financien una actividad gravada, y que las retenciones (modelos 111 y 190) solo aplican si los fondos se destinan a pagar a terceros profesionales o proveedores. Llevar una contabilidad ordenada desde el principio facilita este proceso y evita errores al cierre del año fiscal.
Uno de los fallos más habituales es declarar la ayuda en el momento del cobro, cuando en realidad debe imputarse en el momento del devengo (es decir, cuando se incurre en el gasto o se produce la inversión). Otro error frecuente es no diferenciar las ayudas de gasto y de inversión, lo que puede distorsionar tus resultados y afectar al cálculo del impuesto. Contar con un buen asesor fiscal o con herramientas que centralicen la información —como la plataforma de Kleo— puede ayudarte a tener todo bajo control y evitar discrepancias con la Administración.
Las ayudas y las inversiones son una palanca para impulsar tu proyecto, pero su gestión fiscal requiere la misma atención que cualquier otro aspecto del negocio. Declararlas correctamente, en el momento adecuado, te permitirá mantener la transparencia, evitar sanciones y optimizar tus resultados.
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